Cuando Miranda Barnes sueña por primera vez con St. Yvette, Louisiana, con sus árboles cubiertos de musgo y encima de los cementerios, ella comprende que la vida que ella conocía ha acabado oficialmente. Casi de inmediato, ella nota algo pegajoso en ella. Incluso en la escuela y en el grupo de trabajo en el que ha sido arrojada, ella no puede escapar. Ve sombras cuando nadie está ahí para hacerlas, el inquietante holor a rosas, y una voz distante que la despierta en sueños.

Los otros miembros del grupo de Miranda, especialmente el guapo Etienne, pueden ver que Miranda está en peligro. Ella descubre que, al igual que su abuelo, ella tiene un don especial para comunicarse con los espíritus que todavía están en la ciudad de St. Yvette. Pero su don parece más una maldición, y Miranda no tiene en quién confiar. Etienne está dispuesto, ¿pero se puede fiar de él realmente? Ahora, no importa donde Miranda se gire, ella se siente atrapada por los susurros de los espíritus a su alrededor…a no ser que encuentre alguna manera para que consigan irse en paz.